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El beso robado

En junio pasado el Tribunal Supremo dictó una sentencia que, por los hechos ocurridos, tuvo mucho eco en la prensa por cuánto podría ser un antecedente o doctrina a tener en cuenta en el caso del exentrenador de fútbol Luis Rubiales.

 

Durante el traslado de varios detenidos al Juzgado, el acusado, funcionario del Cuerpo Nacional de Policía aprovechó la situación de custodia para entablar una conversación inapropiada con una de las detenidas. Esto incluyó hacerle proposiciones de salir a tomar algo, así como realizar gestos y comentarios de contenido sexual. En particular, se le acusó de proferir piropos, intentar besarla en la boca y hacer comentarios sobre su propia sexualidad, lo que generó temor y desasosiego en la víctima.

 

El TS lo condena como autor de un delito de agresión sexual, aplicando además la agravante de abuso de poder por parte del funcionario policial.

 

Es importante destacar que la condena se basó, principalmente, en la declaración de la víctima, que fue considerada creíble por el Tribunal, a pesar de contar con el testimonio del compañero, que fue considerado menos convincente y no contradijo la versión de aquella cuya declaración fue creíble y detallada, proporcionando un relato claro de los hechos.



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