Carteles de la Guerra Civil Española: Alistaos en las milicas catalanas (69/110)
Si en el último año de la contienda el gobierno Negrín insiste en que ésta tiene el carácter de guerra de independencia, porque asegura que Franco es sólo una máscara detrás de la que se esconden las potencias fascistas, en los primeros momentos de la lucha son las tropas marroquíes las consideradas como invasoras. La relación entre los moros y el pueblo español es antigua, y está repleta de versiones interesadas y falsas. Olvidando que el español de la época moderna tiene en sus raíces culturales tanto de moro como de europeo, la historiografía oficial crea una leyenda en la que un pueblo se empeña en una lucha de ocho siglos para expulsar a los infieles. Cuando a comienzos del siglo XX las clases dirigentes españolas deciden apuntarse tardíamente al carro de la expansión colonial, la incomprensión popular para con los marroquíes queda definitivamente sellada: a la inevitable carga de racismo europeísta se une la sensación de que los moros son los salvajes que matan en el desierto a los jóvenes españoles. Y el círculo se completa en 1934, cuando los radicales en el gobierno deciden que sean tropas marroquíes las que repriman la revolución asturiana.
Algunos historiadores han llegado a afirmar que, si la República hubiese adoptado una política más progresista hacia el protectorado marroquí, el curso de la guerra habría cambiado. Sin entrar en esta polémica un poco ficticia, es indudable la cortedad de miras con que la izquierda española afrontó la cuestión colonial, especialmente la ligada a la Segunda Internacional. Los escasos intentos de variar la política seguida con Marruecos fueron anarcosindicalistas. El cartel que comentamos, inscrito en la más pura técnica naif, resume todos los prejuicios del pueblo español sobre el tema. Si bien la consigna llama a la lucha contra el fascismo, la imagen que se nos ofrece no puede ser más restrictiva: dos soldados republicanos hieren con sus bayonetas a un moro, a punto de lanzarse sobre dos mujeres, que se abrazan asustadas. En nuestra guerra civil, junto a los innegables ideales que movían a los combatientes, coexisten algunos argumentos mucho menos nobles. Parece como si el famoso «¿qué haría usted si un alemán fuera a violar a su propia hermana?», con el que un belicista inglés intentó rebatir a un pacifista en 1914, fuese un argumento repetido en todas las guerras.
Detalles técnicos del cartel:
Autor, Margado. Imprime, Gráficas Reunidas, UHP. Madrid. Medidas, 90 x 60 cm.
(Serv. Histórico Militar.)
Fuente: “Carteles de la Guerra Civil Española”, Ediciones Urbión, S.A. 1981.
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