¡No me difundas, papá!

La Audiencia Provincial de Pontevedra ha dictado recientemente una sentencia en la misma línea de lo que ya adelantaba yo en un post anterior, en aquél caso relacionado con los mayores de edad y dentro del ámbito penal, y que viene a confirmar la obligatoriedad de contar con el consentimiento del otro progenitor a la hora de colgar fotografías de un menor en las redes sociales, al considerar dicha Audiencia Provincial que las imágenes de un menor de edad se consideran datos de carácter personal cuya publicación precisa de la oportuna autorización de quienes ostentan sobre él la patria potestad, esto es, los dos progenitores.

​​En el caso concreto analizado, el Juzgado de primera instancia en sentencia de divorcio atribuye a la madre la guarda y custodia del hijo menor de catorce años. Pero, incomprensiblemente a mi juicio, no reprueba ab initio el proceder del padre que consistió en poner como foto de portada y de perfil de su muro de Facebook una fotografía del hijo común, haciéndolo en contra del parecer de la madre lo que fue recurrido por ésta en apelación.

La SAP Pontevedra da la razón a la madre, al considerar que el padre con su actitud ha vulnerado el derecho a la propia imagen del menor, configurado en su dimensión constitucional como un derecho de la personalidad que atribuye a su titular la facultad de disponer de la representación de su aspecto físico que permita su identificación, debiendo ser ejercitada dicha facultad, en el caso de los menores, por ambos progenitores que lo representan, debiendo mediar el consenso de los dos.

Creo que esta sentencia refuerza la protección de nuestros niñ@s que, en muchas ocasiones, se ve atacada por el actuar de algún progenitor poco respetuoso con la vida íntima de sus propios hijos e hijas. En ocasiones y para ciertos asuntos pienso que habría de volverse a aquellos no tan lejanos tiempos en que enseñábamos las fotografías de nuestros pequeños en el cómodo sofá del salón.